El riesgo de la economía chilena
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Rafael Mies
¿En qué pie se encuentra realmente la economía chilena? ¿Qué probabilidades tenemos de contagiarnos de los malos resultados que enfrentan las principales economías mundiales?
La teoría económica señala que un país pequeño abierto al mundo no es más que un amplificador de lo que está sucediendo afuera. Si la economía mundial crece, este país debiera desarrollarse con mucha más fuerza y lo mismo en sentido contrario. Sin embargo, para el caso chileno, los números macros señalan otra cosa. Venimos creciendo con fuerza a pesar de que el mundo afuera literalmente lleva un tiempo “cayéndose a pedazos”. Chile es el país de la OCDE que en términos relativos más ha crecido dentro de este club. Somos admirados, aún sin considerar que nuestros indicadores de educación, impuestos y redistribución del ingreso son, por lejos, los peores del mismo selecto grupo.
A pesar de que para muchos optimistas la economía nacional está sana y en un buen pie para sortear la crisis, creo que nuestra actual bonanza se ha debido más a la suerte que a una estrategia sostenible concreta. Tenemos suerte de que nuestro mundo de referencia sea mucho más China que Europa o Estados Unidos y tenemos mucha suerte que el cobre, nuestro principal commodity, tenga desde hace ya un par de años, un precio que permite una holgura fiscal sin precedentes.
Sin embargo, la suerte no es algo en que se pueda basar la estabilidad económica del país. La suerte se acaba o se destruye y en ambos casos existe evidencia preocupante.
Respecto del precio del cobre, no depende de nosotros y, sin duda, no es un escenario imposible que China desacelere por algún motivo su crecimiento. Si eso ocurriera, nuestra economía podría verse seriamente afectada.
Pero aún con China creciendo, lo más preocupante a mi juicio es que de continuar los conflictos y egoísmos internos, nos metamos tal cantidad de autogoles que finalmente terminemos destruyendo esa suerte que hemos tenido.
Solo mencionar tres aspectos que ponen en verdadero riesgo nuestra estabilidad económica futura: la falta de austeridad, el desorden público y el descrédito de las instituciones.
En el último tiempo, hemos visto una transformación de los hábitos de vida de la sociedad chilena, la antigua sobriedad que nos caracterizaba se ha transformado en un modo de vida muy alejada de la sana austeridad. Tanto en el sector privado como el público el nivel de gasto responde a una sensación de riqueza infinita que no es cierta ni razonable. La falta de austeridad ha puesto en el centro del debate los problemas éticos de redistribución del Ingreso y ha generado un inusitado desorden social. Por último, la autoridad errática en algunos aspectos esenciales de fidelidad a una institucionalidad perfectible pero buena, ha generado desconcierto en variados sectores que hoy cuestionan las bases mismas del sistema político y social.
Mejorar estos tres puntos es central para disminuir los riesgos de nuestra economía y es un cometido de todos aquellos que no quieren que el desarrollo del país dependa de cuánto cobre consuman los chinos.